Mejor deshacernos de cualquier idea sin futuro.
Existen muchos tercos en el mundo que antes de rendirse insisten y siguen insistiendo aún frente a razones obvias y previstas de fracaso.
Nuestra idea puede ser muy buena, bonita, estupenda, brillante pero si necesita demasiado dinero para entrar, no es para nosotros.
No son para nosotros tampoco las ideas que el empresario experimentado rechazaría desde el inicio. Si la rechaza de plano tiene que tener una razón de peso…que de pronto te compartirá si se lo pide.
Generalmente la obstinación va de la mano con el egocentrismo, el enorme valor que nos das, a nosotros mismos y a nuestras ideas…y obviamente, el mínimo valor que damos a las opiniones de los demás.
Empezamos por escuchar a los demás.
Bajémosle un poco al volumen de nuestros egos y empezaremos a escuchar las opiniones ajenas que no todas son para desanimarnos, ni quitarnos nuestra insuperable idea, sino para poner el dedo en las fallas de nuestro proyecto.
Nuestra idea necesita ser replanteada, vuelto a analizar, reflexionada según los sabios consejos de nuestros interlocutores. Hágameles caso. Mejor perdamos 15 días volviendo a idear nuestro proyecto que de quebrarnos a los 2 meses de haber empezado…porque nos enfrascamos en nuestra idea original sin querer modificarla.
No sirve obstinarnos.
¿Por qué? De pronto, pensamos la empresa solidaria involucrando al novio(a), al hijo, al pariente cuando no es necesario(a).
Soñamos en tal lugar que tenemos ya alquilado cuando la gente dice que el punto no sirve,
Recibimos dinero de tal o tales organizaciones que nos permite por primera vez vivir como rey durante 1 mes.
Hay miles de fuentes de obstinación que no aportan nada a nuestro proyecto. Pero son razones que no tiene que ver con el negocio sino con nosotros mismo y nuestros deseos para emprender.
Desde lo minúsculo hasta lo grande.
Búscanosle a nuestra idea personas listas para comprar nuestro producto o servicio.
Nos harán sugerencias valiosas de la manera en que les gustarían comprar tu producto o servicio.
Rectificamos, reorganizamos nuestra propuesta de valor…
Y volvamos a intentar…hasta que no tenga no 1 sino 10 personas listas…y después 100 para darnos dinero para adquirir lo que estamos ofreciendo.
¡Así crecerá nuestra empresa lenta pero segura!
Preguntas de reflexión.
- ¿Estamos escuchando lo que dice la gente dentro (nuestros compañeros de viaje empresarial) o por fuera (nuestros posibles clientes)? ¿Qué dicen de lo que queremos hacer?
- ¿Cuántas veces ya rectificamos nuestra idea y estrategia de negocio? ¿Cuáles fueron los aspectos que cambiaron? ¿Cuáles todavía pensamos que tenemos que cambiar?