Arrancamos con lo que tenemos. Cuidémonos de los préstamos.
Si nuestra idea es suficientemente atractiva, si parecemos ser hombres y mujeres trabajando en equipo, de empuje capaces de realizar grandes cosas, si simplemente algunas instituciones o personas tienen como oficio de hacer rendir su dinero, si además podemos ofrecer una garantía física, no nos será difícil de encontrar alguien para que nos preste.
Y eso, es una excelente señal que estamos pensando y realizando algo de valor. Pero no por eso tenemos que aceptar las propuestas de financiamiento externo.
Dos consideraciones.
Primero, tenemos que saber que los financistas no lo harán sin contrapartida: la hipoteca sobre la casa o el carro, la posibilidad de embargo sobre el salario de nuestro fiador, un puesto de gerente en el nuevo negocio, la calidad de socio en nuestro proyecto… Siempre habrá algo de por medio que nos tiene que hacer pensar en la necesidad (o no) de este aporte financiero.
Segundo, si revisamos bien nuestro proyecto, casi siempre lo podemos empezar desde lo más sencillo.
Probando, probando y probando más antes de lanzarnos a comprar cosas que mañana no son del todo necesarias mientras otras nos harán falta.
¿Qué tendríamos que probarnos a nosotros mismos?
Ante todo, no empezamos un negocio para recibir un préstamo o para que otros nos ayudan con el dinero que no tenemos.
Nuestras personas – carácter, ganas, obstinación a realizar las cosas -, nuestras motivaciones, nuestro temple a la hora de vivir los primeros “peros” de la gente, nuestras habilidades para conciliar, relacionarnos y vender, nuestras mutuas posibilidades de adaptación, nuestra perspicacia en el mundo de los negocios…son mucho más importantes que la plata.
En fin, puede que nos parezca tonto, pero nosotros somos los elementos que definirán el éxito o fracaso de nuestra empresa solidaria.
La capacidad que tenemos de llevar a cabo las tareas indispensables para el largo plazo será también esencial después de nuestras características personales.
Recordemos la brújula de los negocios: ventas, producción, administración e innovación. Tenemos que entender de todas ellas aún si en algunas de ellas somos más débiles. Al principio, tendremos que realizarlas todas.
Y por fin, no nos podemos olvidar de encontrar la validez de nuestro proyecto en términos de precio, de propuesta de valor y de necesidades sentidas de parte de posibles clientes.
Todo eso garantiza la validez, no el éxito.
Nunca desde el papel nadie ha sido capaz de decir si sí o no nuestro negocio será un éxito.
Existen pues varias cosas que tenemos que confirmar en los primeros meses de nuestra empresa. Repetimos: nuestra persona, nuestras capacidades de trabajar en equipo y complementariedad y finalmente la validez de nuestro proyecto a los ojos de algunas personas que llegarán a ser nuestros primeros clientes.
¿Entonces porque insistir tanto en empezar grande, con “todo” resuelto con dinero ajeno? Simplemente por llenarnos de ilusiones, gozar del “estatus” de rico algunos meses antes de seguir igual.
Preguntas de reflexión:
- ¿Podemos tener acceso a prestamos e inversión de un banco o de un tercero? ¿Alguien esta interesado en financiar nuestro proyecto?
- Realizamos una lista completa de lo que tenemos para ofrecer.
- ¿Cuáles las razones profundas de porque necesitamos un préstamo?
- ¿Realmente no podemos hacer sin él?