Cuidémonos de nuestro ego.
En el montaje de un negocio, muy a menudo nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. No escuchamos consejos, No vemos cosas obvias para los demás, seguimos con nuestra idea hasta las últimas consecuencias de la bancarrota, armamos proyectos sin tomar en cuenta el entorno, hacemos quite a los estudios y análisis previos porque nos sentimos fuertes e invulnerables.
Nos quedamos solos con nuestra bola de cristal, en circuito cerrado, en un mundo que hemos creado poco a poco pero que no tiene nada que ver con el mundo real.
Un empresario es alguien que siempre está inmerso en el mundo, en observación, a la expectativa de los cambios que se producen a su alrededor y más allá para ver, reflexionar y analizar las consecuencias de estos cambios en su negocio, aunque este sea chiquitico.
Un camino directo al fracaso.
Pero muchas veces, aturdidos por la riqueza bien ganada, el préstamo otorgado que nos hace sentir como reyes con fortuna, confortado por el éxito de las primeras acciones, o simplemente, elogiándonos a nosotros mismos por tan brillante idea, el emprendedor se hunde en la autosatisfacción, la auto contemplación, la auto suficiencia. C
Con el ego subido ya está fracasado, aunque todavía no lo sepa.
Son muchas las empresas grandes o pequeñas que han desaparecido a causa del hecho lamentable de querernos demasiado, vernos y actuar como los sabelotodo que nada tienen que aprender de los demás.
Lo recomendable es que no caigamos en este error frecuente, lamentable y dañino.
Enfrentar y monitorear la realidad como es.
Miramos las cosas como son y no como quisiéramos que fueran empezando por nosotros mismos.
Colgamos el “yo” en el closet y vistámonos de paciencia, prudencia, coraje y sentido de observación para ver lo que los demás no han visto, escuchar lo que no han escuchado, relacionar entre sí lo que no han relacionado, preguntarnos y dudar sobre lo que dan por resuelto.
Que tengamos una fuente de ingreso.
Supuestamente, hay personas que empiezan en mejores condiciones de éxito que otras: las que tienen más dinero.
Pues, es muy relativo.
Porque si no sabemos que el dinero es difícil de conseguir, que siempre está en las manos de los demás, pero no en las nuestras, que la vida es luchada y que es lo que le da valor, podemos tener la plata que sea y no la podremos retener ni aprovechar.
Conocemos muchas historias desde el individuo a la plata mal habida hasta el ganador del gordo de la lotería.
El dinero sencillamente lo tenemos que conseguir trabajando.
Ahora bien, nadie nos digo que una posibilidad es de trabajar empleado mientras realizamos las primeras investigaciones, análisis y ventas y así comprobar que nuestro proyecto es factible, viable y ya está dando las primeras ganancias.
Estas ganancias las podremos fácilmente calcular para decidir si realmente vale la pena renunciar a la fuente de ingreso actual.
Puede ser que el apoyo de alguien que trabaje también nos permita empezar sin tener la angustia de conseguirte el sustento diario.
No olvidemos que todo inicio de un negocio es de ensayo y error.
Más errores podemos permitirnos gracias a nuestro propio trabajo de empleado o al trabajo de alguien que nos apoye, más podremos dar en el blanco y lograr rápidamente aprender lo suficiente para que nuestro proyecto despegue.
Preguntas de reflexión:
- ¿Qué hacemos para cuidarnos de nuestro ego y sus fantasías?
- ¿Cuál es la fuente de ingreso que nos permite empezar nuestro negocio con menos estrés?
- ¿Qué podríamos hacer de “alimenticio” y a la vez poder dedicar tiempo a nuestro proyecto?
- ¿Cuántos ensayos hemos realizado? ¿Qué hemos aprendido de ellos en positivo y en negativo?