Como crear su empresa solidaria, Proyectarnos

¡Que rico asociarnos con las personas correctas!

¿Realmente necesitamos socios?

Razones para asociar alguien a nuestro proyecto, las hay buenas y malas. Veamos:  

Necesitamos realmente socios cuando no tenemos toda el conocimiento y las habilidades requeridas para llevar a cabo nuestro proyecto.

Necesitamos realmente socios si es para juntos ser más fuerte y no más débil como suele pasar, aunque no nos demos cuenta.

Las buenas razones.

Asociarnos es empezar a vivir de manera diferente el hecho de crear juntos un proyecto productivo.

Mientras siempre lo podemos empezar solo, los empresarios solidarios ponen por delante la solidaridad entre ellos, las personas antes que las ganancias y la resolución de problemas importantes de sus entornos en vez de satisfacer necesidades de simple consumo.

Obviamente, la solidaridad es algo que hay que trabajar sobre bases concretas como es la repartición del trabajo y del dinero, los roles y aptitudes de cada uno, los objetivos que cada cual le pone al proyecto productivo. Necesita muchas horas de reuniones para conocerse, para dialogar, para negociar y para decidir asuntos que, de empezar solo, no se presentan.

Pero este tiempo mismo, nos permite afinar más nuestras ganas de echar para delante y saber profundamente porque hacemos las cosas.

Y todo lo que aprendemos en el proyecto solidario también nos da la posibilidad de utilizarlo en otros ambientes: la casa, el grupo de amigos, el barrio. Así devolvemos el sentido real de lo que es hacer empresa: dinero (por supuesto) pero también mejores relaciones humanas, enfrentar situaciones sociales sin resolver y aumentar el hecho de ayudarnos mutuamente.  

Las malas razones.

No necesitamos socios si únicamente lo que necesitamos es dinero.

Pues el dinero se puede conseguir con instituciones que no nos pedirán nada más que pagar la cuota mensual del préstamo. Los hay para todos los estratos económicos y para todo tipo de gente.

Así que esforcémonos en convencer a una institución.  Porque los socios nos pedirán mucho más a cambio de dinero.

Pedirán cuentas de como manejamos el negocio, pedirán tomar decisiones, nos pedirán ganancias…

No necesitamos un socio si únicamente es para tranquilizarnos, si es para darnos seguridad y quitarnos de encima este miedo tan bravo que nos achaca frente a las decisiones y responsabilidades que tendremos que enfrentar.

Preferimos realizar las cosas juntos.

Si, al final, vemos que nuestro proyecto requiere de un socio, dedicamos tiempo en escogerlo sabiamente: el que realmente suple las falencias que hemos detectado.

Generalmente, NO es nuestro mejor amigo, ni el vecino, ni el pariente sino una persona cuidadosamente buscada según sus habilidades.

Los socios no son (necesariamente) los cercanos.

El mejor amigo, el vecino, el pariente son figuras muy obvias para el principiante, pero la buena voluntad, la gana, el aporte en ideas, el apoyo decidido NO son lo suficientemente valioso como para dejar en sus manos el proyecto que puede resultar nuestro proyecto de vida.

A este personaje, cuidadosamente acercado, complemento necesario de tus habilidades, le tenemos que aclarar por escrito las condiciones en las cuales estamos interesados en tenerlo como parte del negocio: objetivos, tareas específicas, repartición de ganancias, condiciones de venta…. Condiciones que podremos modificar negociando en la medida que todos sigamos de acuerdo.

Si no, más vale dar un paso al lado y seguir buscando otra manera de suplir nuestras falencias.

Preguntas de reflexión.

Si ya somos varios,

  1. ¿Cómo nos hemos escogido?
  2. ¿Hemos discutido lo suficiente para conocernos y definir cosas concretas del negocio como la repartición de las tareas y del dinero?

Si a penas vamos a buscar personas que nos acompañe,

  1. ¿Qué criterios y que talentos nos hacen falta?
  2. ¿Qué tipo de negocios vamos a construir juntos?

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