Tenemos miedo que nos copien.
Uno de los miedos más importantes entre los (futuros) microempresarios es que le “roben “ la genial idea sobre la cual han, a veces, pasado horas y horas de reflexión y estudios.
Pero para hacerla realidad y montar un negocio a partir de ella, es también indispensable que esta idea sea compartida, discutida, pulida, debatida por amigos, expertos y posibles clientes.
Este dilema es de los más difíciles de superar.
De un lado, todos conocemos de empresas importantes peleándose por “secretos” industriales, de otro lado, estamos cansados de copiar.
Queremos lograr superar a los maestros, a nuestra “amiga” tan querida que después de aprender de nosotros se lanzó en un negocio idéntico y se llevó parte de la clientela.
Siempre existen personas que tendrán más dinero, más conexiones, más aliados que el emprendedor. Del otro lado, es realmente imposible poder siquiera aterrizar una idea sin hablar de ella alrededor.
Medir los riesgos de compartir afuera.
Pero si es imprescindible empezar a dialogar e intercambiar a cerca de ella, es también tonto pensar que no existe ningún riesgo en hacerlo. Todo depende de la manera.
He aquí dos reflexiones que nos ayudarán a prevenir la copia pero también a empezar a entablar una conversación real sobre nuestro proyecto.
No digamos todo a todos.
Si queremos indagar como los clientes recibirán nuestro nuevo producto o servicio, cómo valoran nuestra nueva forma de hacer, hablarles de nuestra logística, de nuestras finanzas, hablemos a algunos de unas cosas y a otros de otras.
Empezar a concretar nuestra idea a pequeña escala y estar siempre un paso adelante, entender del potencial real del negocio siendo chiquito, es una manera de cuidarnos las espaldas.
Más el negocio pinta sin mucho futuro, menos tendremos candidatos listos para reproducirlo.
Otra reflexión importante
Una idea sola puede tener muchos futuros distintos.
Dependerá de nuestra persistencia en realizarla y de nuestros talentos complementarios.
Nuestros conocimientos, nuestra experiencia, nuestras capacidades y posibilidades económicas y sobre todo de nuestro equipo serán claves.
Nadie es bueno así a primera vista para todo. Tendremos siempre una manera peculiar de ver, sentir, pensar y hacerlas cosas…así que no nos preocupemos tanto.
Si fraccionemos la información y juntemos los pedazos para solo tener nosotros la visión global consolidada.
Compartamos nuestra idea con el mayor número de personas significativas posibles para todos los aspectos de nuestro proyecto.
Aprendamos de errores de otros.
Las enseñanzas más valiosas de la vida las aprenderemos de los errores que habremos cometido…si nos sentamos a reflexionar del porqué del fallido intento.
Hay todavía una forma más interesante de aprender: es aprendiendo de los errores de los demás.
Eso sí, si no partamos de la concepción que nos la sabemos toda, que los demás nos esconden algo o que lo nuestro es tan especifico que nadie puede estar en nuestro lugar dándonos luces.
Pongamos cuidado a nuestra gente experta, amiga, profesional.
Cada uno tiene miles de cosas que compartir con nosotros sobre sus aciertos y sus desaciertos.
Se alabarán de las cosas que hicieron bien y minimizaran las cosas dificultosas y sus fracasos. Si les damos pie para hablar de ello, preguntémosles más detalles sin ánimo de ofender o de recordarles tristezas y sin sabores.
Dirijámonos específicamente a las personas que pueden iluminar el camino hacía el éxito de nuestro negocio.
Confesémosles nuestras dudas y alternativas. Escuchemos y tomemos notas.
Armemos después las piezas para tener la visión global.
Preguntas de Reflexión.
- ¿Por qué tenemos miedo de compartir nuestro proyecto? ¿Qué aspectos tenemos en propio que son difícil de copiar?
- ¿A cuántas personas les quisiéramos hablar de nuestro proyecto? ¿A quiénes vamos a hablar de que específicamente?
- ¿Qué experiencias positivas y negativas nos compartieron? ¿Qué aprendimos de ellas?