No podemos escapar: el ser humano decide.
No hemos decidido haber nacido, pero ya que estamos aquí, tenemos dos posibles caminos para vivir nuestra humanidad: dejar que los demás o la vida…nos guie y decida por nosotros o aprender a decidir por cuenta propia y asumir todos los errores que podemos cometer.
Desde temprana edad
Más nos demoramos en tomar decisiones, más difícil será tomarlas luego: acertadas, equilibradas, convenientes para nosotros.
El niño, el adolescente, el joven adulto y nosotros mismos estamos continuamente delante de cruces de vía, a veces muy importantes como por ejemplo las opciones de estudios o la futura novia o el futuro novio, a veces mucho menos (el tipo de confites que nos gustan, nuestro programa de TV favorito…).
Obvio, bastantes caminos los han decidido los adultos por nosotros – donde vivir, donde estudiar…. – pero poco a poco nosotros también podamos opinar y salir adelante.
Adquirir criterios.
Lentamente tendremos la posibilidad de acertar más y ver, por ensayos y errores, lo que a nosotros nos conviene.
Porque lo que nos conviene no es lo mismo que para todos. Depende de nuestra personalidad, de nuestros talentos, de nuestros deseos profundos, de lo que hemos largamente reflexionado ante las diferentes alternativas que se ofrecen a nosotros.
Y aunque podemos pedir consejos, puntos de vista, elementos de juicio a personas cercanas, no tenemos que olvidar que seremos los únicos responsables de las decisiones.
Y si tenemos que dar crédito a los seres que nos rodean, tenemos que escogerlos en los que no tienen intereses directos en lo que nos aconsejan. Por ejemplo, un amigo que nos regala una fumadita no es exactamente el tipo de personas que será el mejor consejero.
Poner cuidado a las decisiones que nos embarcan por mucho rato.
Hay decisiones que no parecen valer por toda la vida pero que lo son. Tener relaciones con la pareja parece que no, pero si nace un niño…
Fumar un “pucho”, tomar licores, conducir a mil, tratar de entrar en la banda, llevarnos un paquetico para un adulto, detener un arma, irnos de la casa, no volver a la escuela…son todos eventos que parecen estar no tener consecuencias pero que, a la hora de la verdad y sin que nos demos cuenta, pesarán mucho en nuestro futuro.
Hay un tiempo para tomar las mejores decisiones.
Y ese tiempo es cuando estamos bien.
Al no tener dificultades y problemáticas serias, al estar alegres y tranquilos, la situación es ideal para tomar las mejores decisiones y escoger lo mejor.
Es porque, cuando nos tenemos que decidir, no podemos tener miles de cosas en las cuales pensar. También debemos tener nuestras emociones libres para enfocarnos sobre lo más importante.
Alejarnos y estar en silencio.
Para poder reflexionar y no dejarnos influenciar por personas que pueden ser de buena voluntad, pero no son nosotros, es preferible tomar un poco de tiempo y de distancia frente a lo que se nos invita a escoger.
Dejar bajar las presiones de nuestros cercanos, puede ser la diferencia entre una decisión que habremos tomado acertadamente o no.
Hacer tres pilas.
Poder seleccionar las distintas circunstancias que influyen en nuestra decisión es también una manera de clarificar esta.
Una primera pila es la de los argumentos de la razón que sean de otros o de nosotros mismos: dinero, tiempo, lugar, posibilidad o no de realizar, muestras habilidades reconocidas…
La segunda es la de las emociones y sentimientos hacia a los demás: nuestra mamá, nuestro papá, nuestro compañero, amigo, jefe… nuestros conflictos… que nos halan de un lado o del otro.
La tercera es lo que, después de todo. creemos querer nosotros mismos: según nuestros talentos, nuestras ganas profundas, lo que han dicho personas muy importantes para nosotros simplemente porque nos aman.
Esas tres pilas nos proporcionan elementos para cada día, tomar decisiones cada vez mejores.
Hacer una empresa juntos.
Para lanzarnos en una aventura empresarial juntos es mejor haber ya caminado un cierto tiempo y ciertos kilómetros con los demás, saber de nuestros gustos, de nuestros problemas…y saber también como hemos tomado ciertas decisiones en nuestras vidas anteriores.
El proyecto que vamos a empezar a realizar entre muchas manos va a requerir que tengamos que escoger entre múltiples rutas. Por eso es un criterio esencial de saber cómo los demás decidan.
Preguntas para reflexionar.
- ¿Cómo nos ha ido con las decisiones más importantes que hemos tomado antes?
- ¿Por qué nos fue bien? ¿Por qué no?
- ¿Cómo podemos mejorar nuestra toma de decisiones?
- ¿Ya hemos hablado de eso con las personas que nos quieren acompañar en nuestra empresa solidaria?