Ayudar, SÍ, pero pidiendo un esfuerzo a cambio. Así, nuestra ayuda sin mucho compromiso se vuelve acompañamiento perseverante.
¿Qué puede hacer los-as ayudados-as para devolver el servicio que les prestamos?
Responder a esta pregunta es colocarlos-as en un plan de dignidad valorando sus palabras y sus trabajos.
Entrando con ellos-as en un PROCESO, es decir preguntándonos de ambas partes cuales es la intencionalidad de nuestra relación, emprendemos un viaje de aprendizaje perseverante hacia a la autoestima, la autonomía y la autogestion.
Lo podemos realizar hacia una individualidad. Pero, desde la escucha, observaremos que las problemáticas se repitan. Y entonces, si X problemática es de varios-as, se torna colectiva y es en/como colectivo que se puede solucionar más asertivamente.
Falta de oportunidades como empleado-a, discriminación por genero, entradas financieras reducidas en el hogar que no permite seguir estudiando, dependencia y malos tratos del compañero de vida, cuidado de niños-as en edad temprana, problemas de salud propia o de los-as hijos-as…son algunas dificultades más directas que el grupo puede buscar a solucionar con nosotros-as.
Y en la medida que el grupo se vuelva equipo y luego empresa, los nubarrones generados por esas dificultades inmediatas se verán reemplazados por temáticas más generales como la violencia intrafamiliar, prevención de abusos, sororidad….entrando decididamente en aspectos políticos definidos por ellos-as.
